Esta entrada va a ser un poco más largo de lo habitual, pero me permitirá compartir una experiencia que me enriqueció como piloto, y más adelante como Gestor de Proyectos.
Como apasionado de la aviación, obtuve el título de piloto de aviones de tipo ultraligero en cuanto me fue posible. Estos aviones son una de las formas más asequibles de practicar la aviación deportiva. Para obtener el título hay que realizar un examen teórico en el que se demuestra haber obtenido conocimientos sobre distintas materias, y posteriormente un examen práctico en el que se pide al alumno que realice unas maniobras específicas que demuestren que es capaz de controlar el avión de forma segura y eficiente. Para ello hay que haber realizado unas horas de vuelo, primero junto a un instructor y en solitario más adelante.
En la época en que realizaba clases prácticas junto con instructor en un avión-escuela de doble mando, en el que tanto él como el alumno pueden controlar el avión, tuve el desagradable incidente de experimentar el paro del motor del avión, que provocó que tuviéramos que realizar un aterrizaje de emergencia en un terreno no adaptado, el cual fue la causa que el avión quedara averiado en su estructura, pero sin daños a los ocupantes.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, un avión está diseñado para volar planeando aún cuando el motor o motores se paren, aunque eso requiere pericia por parte del piloto para identificar la parada del motor y reaccionar adecuadamente y a tiempo. Los aviones no caen como una piedra excepto un fallo estructural o que el piloto no mantenga una velocidad mínima.
Durante el incidente me centré totalmente en su solución, pero después de éste, ya hace unos años, con el tiempo fui sacando una serie de aprendizajes de los momentos que viví durante y después de este incidente.
El primero
Los problemas siempre llegan. No importa lo que hagas o a lo que te dediques, los cambios siempre llegan. Algunos a mejor, otros a peor. Puedes prever acciones para reducir el número de dichos cambios o problemas. Puedes prever acciones para disminuir su impacto o puedes implementar planes de contingencia para recuperarte de ellos lo antes posible, pero inexorablemente van a llegar. Mejor si te encuentran preparado.
En el caso concreto de la parada del motor, al percibir la falta de impulso por parte de éste, recordé lo que me habían enseñado en las clases teóricas y mi reacción fue la de empujar la palanca de mando hacia delante para mantener la velocidad, sacrificando altura pero manteniendo el avión en vuelo.
Lo que aprendí: mi reacción fue la correcta y eso me llenó de confianza aún cuando sabía que la situación continuaba siendo peligrosa. No era algo que buscara aprender, simplemente sucedió, pero me encontró preparado. La mayoría de pilotos nunca experimentan una parada de motor real y no saben si cuando llegue el momento reaccionaran adecuadamente. Afrontar un problema asumiendo que se dispone de capacidad para superarlo, o con mentalidad derrotista de suponer que no se está preparado puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso.
Sé pragmático
A buen seguro no eres el primero al que le sucede ese problema, o bien alguna vez has ignorado que «eso» que acaba de pasar podría realmente pasar, o alguien te advirtió sobre ello y te has preparado. Sea como fuere, en algún momento alguien pensó en buscar previamente solución a ese problema y lo transmitió. Es momento de aplicarlo, sin prisas pero sin pausas. No es el momento para «inventar» nuevas soluciones sino de aplicar de forma eficiente soluciones a problemas ya identificados.
En mi caso revisé metódicamente todo el sistema de encendido y combustible necesario para la puesta en marcha del motor: válvulas abiertas, magnetos en posición On, llave de contacto en posición On, mando de gas en posición adecuada, … y todo estaba correcto. Lo que aprendí es que gracias a haber sistematizado previamente el proceso de análisis, la «memoria muscular» repasando el sistema permitió que en menos de 5 segundos hubiera hecho una revisión de todo el sistema, y podía descartar la causa del problema en esos sistemas, y estaba en disposición de buscar el origen del problema en otro punto.
Si hablamos de la correspondencia en Gestión, seguramente en tu empresa/departamento/grupo de trabajo dispones de un sistema de procedimientos para comprobar el estado de un sistema o equipo, por lo que el primer punto a comprobar será seguramente ese procedimiento. Sabes dónde está y lo tienes a mano? Compruebas los KPI adecuados?
Cuando lo obvio no es la causa del problema
Ahora sí: busca ayuda e imagina otras posibilidades. Piensa «fuera de la caja» . En mi caso consistió en informar rápidamente al instructor (que ya se había dado cuenta del problema) de lo que había comprobado y que buscaba el problema en otro origen. A su vez, él tomó el control del aparato, lo cual permitió entrar en una fase muy interesante del proceso crítico: mientras él, la persona más experimentada, volaba el avión de forma eficiente, yo podía centrarme totalmente en encontrar una solución.
Si eres Gestor de proyectos y accedes a este puesto desde una posición técnica, quizá en su momento eras el mejor en un sistema o equipo. Lo sigues siendo, o hay un compañero que dispone de conocimientos más profundos? Sé sincero contigo mismo, porque esa respuesta puede condicionar encontrar la solución al problema, lo cual debería ser tu máxima prioridad.
En esa ocasión, mientras el instructor volaba el avión, me dediqué a intentar arrancar el motor otra vez. Quizá no había solucionado el problema, pero existía la posibilidad, pequeña, que la causa fuera una partícula de suciedad en el tubo de suministro de combustible, la cual puede dejar de atascar mediante el movimiento del motor y succionando combustible hasta que la partícula queda atrapada en el filtro.
Cuando no puedes hacer más, aún puedes hacer algo
Y llega el momento en que se ha probado todo y el problema sigue. El personal o equipo dedicado a encontrar la solución ya no tiene más ideas, y se han repetido las pruebas con idénticos resultados, pero siguen trabajando en ello. Qué haces?
Si los mejores ya están trabajando en ello, te sugiero que en lugar de tomar un papel pasivo, tu rol sea el de facilitar su trabajo. Ponte a su servicio, averigua si necesitan alguna cosa y transmite seguridad y tranquilidad. Su talento es la mejor posibilidad de solucionar el problema.
En mi caso sucedió un hecho curioso: el instructor que estaba volando el avión había tenido unos años atrás un accidente parecido, lo cual motivó que afrontara el accidente con signos de nerviosismo: respiración agitada y un desánimo evidente. Aún cuando era la persona más apta para volar el avión, la situación se podía optimizar.
En esos momentos, cuando todo estuvo probado con resultados negativos y sólo quedaba la opción de lograr el aterrizaje en las mejores condiciones posibles, empecé a transmitir mensajes positivos y palabras de tranquilidad al instructor, reafirmando que todo aquello que podía haberse hecho, realmente se había hecho, y repasamos brevemente el procedimiento para ponernos en contacto con otros pilotos para que vinieran en nuestra ayuda.
El último
El último consejo es: está bien aprender de los errores propios, pero es mejor aprender de los errores ajenos. Porque nadie tiene tanta experiencia como las experiencias de mucha gente junta. Aprende a escuchar y a aprender de ellas. Espero que este artículo te permita reflexionar sobre ello y en el futuro puedas compartir tu propia experiencia.
Ese día, analicé lo que pasó, lo que hice, sus consecuencias y hoy lo pongo a tu disposición para que aproveches como más te interese.
Por mi parte, este incidente no provocó que dejara de volar. Al día siguiente, habiendo diagnosticado que la parada de motor fue provocada por la falta de aceite en el motor de dos tiempos, fruto de la omisión de otro piloto al no mezclarlo junto con la gasolina en el momento de repostar, tomé los mandos de otro avión y volví a volar, venciendo miedos y reticencias, y aún continúo en activo.