De entre las historias y anécdotas que he conocido relativas a conflictos bélicos, hay algunas que me han parecido, por supuesto desgraciadas por el contexto en el que se producen, interesantes por la experiencia que de ellas se puede obtener y que puede ser aplicada a otros campos no relacionados.
La historia que relato a continuación la he leído en diversas fuentes y con distintos detalles. Unas ponen foco en la importancia del uso de la estadística, otras en la figura de Abraham Wald, otras en el proceso que condujo a las conclusiones a las que se llegaron. En este post voy incidir en cómo un equipo de expertos erró sus conclusiones y un miembro del equipo impuso su criterio, contrario al de sus compañeros.
Origen
Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, la aviación alemana estaba mejor preparada que la de los aliados: aviones modernos para su época, probados en conflictos bélicos reales, y pilotados por personal experto que supuso ser uno de los puntales del rápido avance de los ejércitos de los países del eje. Por su parte los ejércitos de los países del bando aliado contaban con aviones no tan avanzados puesto que no habían tenido la necesidad ni la urgencia de desarrollarlos ni la oportunidad de probarlos en otros conflictos, y con el inconveniente que las fuerzas aéreas de los países invadidos fueron rápidamente destruidas por parte de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, cuyos mandos conocían la ventaja estratégica de dominar el cielo.
Así pues en los primeros años de conflicto, los fabricantes de aviones británicos y estadounidenses dedicaron muchos esfuerzos en desarrollar y construir nuevos aparatos fáciles de producir y en gran número.
El problema
Pero con el paso de los meses se hace evidente un dato: de entre todos los tipos de aviones, los que presentan más bajas son los bombarderos. Estos aviones son grandes, lentos y con una trayectoria predecible que les hace especialmente vulnerables a los cañones antiaéreos. La pérdida de cada aparato tiene dos efectos: el primero la pérdida de 8-10 tripulantes, muy por encima de 1-2 que pilotan un avión de caza o bombardero ligero. El segundo efecto es que la reposición de un bombardero sustituto es lenta y cara.
En este entorno, parece claro que urge desarrollar aviones más robustos, pero la lentitud en el diseño, pruebas, construcción y formación de nuevas tripulaciones de estos aparatos hace que también se decida impulsar otra vía, una alternativa complementaria, consistente en reforzar los bombarderos en servicio para hacerlos más resistentes a los antiaéreos.
Los «expertos» entran en juego
Ante la imposibilidad de blindar todo el avión, lo cual incrementaría enormemente su peso e imposibilitaría el vuelo, se encarga a un equipo de trabajo, llamado ‘Grupo de Investigación Estadística’, que determine qué partes de los aviones han de ser reforzadas, para hacer llegar esta información a los respectivos constructores.
Este equipo de trabajo estaba ubicado en la Universidad de Columbia y contaba con expertos de renombre en matemáticas y estadística. Abraham Wald era miembro de este grupo por su experiencia en ambas ramas. Rumano de nacimiento y residente en Viena, huyó a los Estados Unidos dado su origen judío.
El primer paso del equipo: reunir información. Se organizó un sistema que buscara el compromiso entre sencillez y precisión. Sencillez para que un grupo de gente sin conocimientos técnicos pudiera adquirir y transmitir la información. Y aceptablemente preciso teniendo en cuenta que la metralla de los sistemas antiaéreos causa boquetes del tamaño de un melón en un avión.
El sistema
El sistema de recogida de información consistía en enviar personal no especialista a las bases aéreas repartidas por el reino unido. Este personal llevaba consigo unos papeles con esquemas de un avión genérico que se parecía a todos los modelos de bombardero. Cuando un avión aterrizaba en cada base, esas personas lo revisaban y señalaban con un punto rojo la zona aproximada en la que el aparato había recibido un proyectil. Una vez rellenadas las hojas durante varios días, éstas se enviaban a un punto de recogida donde se ponía en común la información recogida de todas las bases. De esta forma rudimentaria se obtuvo una distribución de impactos en bombarderos similar a la siguiente imagen:

¡Problema solucionado!… o no?
Aún sin ser experto, y visto el esquema superior, se deduce claramente que las puntas de las alas, el cuerpo central del fuselaje y los timones de cola eran los que más impactos recibían. Así pues, problema solucionado! se informa a los fabricantes de los aviones que refuercen esas zonas y listo, los tripulantes de los bombarderos estarán más tranquilos al saber que su avión es más resistente.
Pero Wald discrepa: hay algo que no cuadra. Ante la obviedad de los datos recogidos, él afirma que éstos no son ciertos. Algunas historias apuntan a que llegó a tener discrepancias severas con algunos de sus compañeros, aunque la mayoría de referencias no menciona este hecho. Lo cierto es que, aun cuando se mencionan los componentes del equipo, se le atribuye a él el mérito de la conclusión correcta.
Te animo a que leas esta otro artículo sobre la gestión de las discrepancias en un equipo de trabajo.
Conclusión
Su punto de vista es distinto: si aún cuando un bombardero recibe impactos en esas zonas es capaz de llegar a la base, es que esa zona es resistente. Él defiende justo lo contrario que sus compañeros: las zonas a reforzar son las otras, las que no están marcadas con impactos: el morro del avión, los motores y la parte trasera del fuselaje.
Pensándolo con detalle, en los esquemas no se dibujaron impactos en el morro del avión, pero si un avión pierde sus pilotos difícilmente llegará a la base. No se dibujaron impactos en los motores, pero sin ellos el avión no vuela. No se dibujaron en la parte trasera del fuselaje, pero por esa parte van los cables de los timones de dirección.
Así pues, dónde está el error?
En algo conocido como verdad sesgada o información parcial: ciertamente se recogieron muchos datos sobre el estado de los bombarderos que llegaron a las bases, pero no se recogió ningún dato de los bombarderos que no llegaron a las bases. Es obvio, verdad? como no llegaron a las bases porque fueron derribados antes, no se tomó ninguna nota sobre los impactos que recibieron, por lo que esa parte de información, seguramente la más importante, quedó eliminada de la toma de decisiones.
Así pues, antes de tomar alguna decisión, para la cual posiblemente dispongas de un montón de información, preguntate si realmente dispones de la información relevante que necesitas.

Bien seas un estudiante o tu carrera se desarrolle en el campo del management, te agradeceré que hagas un twit mencionando este artículo, así más gente podrá beneficiarse de este conocimiento.
Si tienes interés en management o gestión de proyectos, quizá te interese también este otro artículo con otra historia increíble, documentada y veraz sobre sobre gestión… en el sigo XVII.
Enlace: https://riskwerk.com/2016/11/16/bn-extreme-economics-how-not-to-be-wrong/
Enlace: https://www.cookingideas.es/blindaje-estadistica-20110921.html
Enlace para profuncizar en la aportación del Sr. Wald (Gracias Francisco Javier!): http://www.ams.org/publicoutreach/feature-column/fc-2016-06?fbclid=IwAR0aAngz083qkT78x554V2PZ49OzgY3nN52PTbEKN-7t9F6_f4hA3hHp1Ak
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Un añadido al post: algunos lectores me han preguntado por la imagen de cabecera del artículo que muestra un B-17 y un Me-109 volando juntos. Pues bien, he insertado la imagen por tres motivos: porque me han gustado la estética del dibujo y porque muestra el estado de un bombardero afectado tal como se menciona en el artículo.
El tercer motivo es la historia que hay detrás de esta imagen, de la cual quizá haga un post más adelante porque bien lo vale. En cualquier caso, aquí tienes el enlace a la historia relatada por sus protagonistas reales. Increíble pero cierto.
Muy buen artículo:
Sin embargo parece que esta historia aún no acaba ahí…
http://www.ams.org/publicoutreach/feature-column/fc-2016-06?fbclid=IwAR0aAngz083qkT78x554V2PZ49OzgY3nN52PTbEKN-7t9F6_f4hA3hHp1Ak
Gracias por el aporte Francisco Javier. Añado el enlace que has facilitado.
Ciertamente esta historia tiene más perspectivas y algunos clarioscuros. Por ejemplo, cómo la figura del Sr. Wald pudo ser usada como instrumento de propaganda, más allá de la importancia de la aplicación de sus estudios, y que ello fuera el origen de la leyenda. Muchas gracias!